dimecres, 27 d’octubre del 2010
RO, NO SABES DECIR ADIÓS
Yo creo que lo mío llegó a ser patológico cuando fui a casa de mis primos del pueblo por dos días y me quedé dos semanas para aplazar el trance de la despedida. Era un verano muy caluroso y mis padres me mandaron al pueblo para que dejara de hacer el lagarto delante del televisor. Cada noche cuando llamaban para decir que vendrían a por mi, yo le ponía a mi tía cara de pena y ésta les convencía para que me dejaran un par de días más. Hasta que mi ensayadísima cara de pena dejó de funcionar. Y cuando llegó el día, monté tal pataleta que mis padres creyeron que era porque no me quería ir. Y no tuve que decir ADIÓS a nadie. ¡Rodriga se acabó!, dijo mi padre mientras me arrastraba hasta el coche.
La verdad, con el tiempo superé mi pánico a despedirme y sólo me quedé con el terror de la despedida. A veces he hecho auténticos dramas al despedirme de alguien. Recuerdo una Semana Santa cuando iba al instituto que me pasé toda la semana anterior llorando y escribiendo notas a todos mis compañeros: No sé cuando nos volveremos a ver, pero por si no nos vemos nunca más, te deseo lo mejor. Esa vez me citaron con el psicólogo del instituto. Entré y me encontré a mi madre llorando con todas mis notas en sus manos. Me senté y aguanté un rollo patatero sobre el suicidio. Tampoco lo desmentí. Dije que había tenido unos días malos pero que ya estaba mejor. Durante unos meses mi madre me cocinó mis platos preferidos, me regaló ropa y hasta nos fuimos los cuatro un fin de semana a un apartamento en la sierra.
Cada vez que alguien me dice no me gustan las despedidas yo sólo puedo decir ¡qué suerte la tuya!
dissabte, 14 d’agost del 2010
VIDA PERRA
dimecres, 28 de juliol del 2010
EL DÍA DE LA QUEJA
Al principio me tomé muy a pecho la tarea de apuntar cualquier cosa que me molestara y llegaba a las reuniones quejunas más preparada que nadie. Me podías ver por casa con un pequeño blog en mano, observándolo todo y apuntando en riguroso orden lo que no me gustaba. Cuando digo riguroso, es riguroso: día, hora, estancia de la casa, persona implicada y el por qué de mi disgusto.
La verdad es que era un poco exigente con todos. De papa me molestaba que se durmiera antes que yo por sus ronquidos; que no pudiéramos empezar a comer nunca puntual porque siempre tenía una cosa u otra que hacer cuando mama nos llamaba a la mesa; que cogía el mando de la TV y no podíamos ver más que el telediario; que me hiciera pellizcos en mis mejillas cada vez que le daba una buena noticia; que entrara al lavabo antes que yo y lo dejara todo apestado; que siempre se sentara en la punta de la mesa; que consiguiera todos los quesitos del Trivial cuando yo aún no tenía más que uno; que no se limpiara los zapatos antes de entrar en casa; que me obligara a practicar todo tipo de deportes imposibles para mí y una queja que no le faltaba cada miércoles era la de mi nombre. No le podía perdonar que me hubiera puesto un nombre tan feo, tan masculino y tan poco adecuado.
De mama me irritaba su capacidad de estar alegre 24 horas; que no parase en todo el día: si no estaba fregando, estaba planchando y sino quitando el polvo; que me viniera a buscar al colegio todas las tardes (vivíamos puerta por puerta con la escuela); que me cosiera y descosiera la ropa en lugar de comprarme ropa nueva; que me obligara a hacer los deberes antes de ir a jugar; que me enviara cada día a comprar el pan y ¡cómo no! que hubiera permitido que me pusieran Rodriga sin rechistar.
De mí, creo que no había queja alguna. Hombre por favor, sólo con mi lista ya teníamos para una hora. Creo que era mi táctica para no dejar tiempo a los demás. Bueno, la verdad es que si recuerdo algunas: Ro eres muy desordenada, tendrías que aplicarte más, a veces te exaltas por nada...
Con los años ya cada vez me molestaban menos cosas y estoy convencida que las reuniones de los miércoles nos ayudaron a todos a ser más tolerantes, a respetarnos y a saber hablar las cosas en lugar de gritar, pelear o esperar la mejor ocasión para soltar una impertinencia sin venir a cuento. Estuvimos un tiempo sin reunirnos, pero cuando mi hermano Miguel cumplió 7 años volvimos a instaurar "el día de la queja", y la verdad, mi hermanito tampoco se quedaba corto con sus exigencias.
dimecres, 21 d’abril del 2010
POR LOS PELOS
Salí directa a casa de mi amiga Chusa, después de dos horas de sufrimiento necesitaba compartir con alguien mi experiencia y ella seguro que me entendería. Iba por la calle pensando que mi cara reflejaba mi gran paso, bueno mi cara o mi raro caminar ya que tenía la sensación que había ido a un combate de boxeo. Me dolía todo el cuerpo. Pero bueno, lo había superado y podría ir a la playa como cualquiera de mis amigas, en bañador.
Mi alegría duró un mes, más o menos. Pensé en todas las veces que mi madre me dijo alarga el tema de la depilación, que eres muy joven y esto es para toda la vida. Ahora entendí que el "toda la vida" no significaba una vez en toda mi vida y así empezó mi sufrimiento de esteticien en esteticien. La primera se llamaba Alicia y le llegué a coger cariño, después fui a una peluquería que en la trastienda montaron una camilla y un aparato de cera y mientras una clienta se secaba el pelo la chica -que no recuerdo el nombre- venía y te daba un buen tiron, seguido de un grito mío que se debía oir hasta en Cancún. Te podías estar tres horas depilando. Dejé de ir porque cada vez que salía todas las marujas me miraban con cara de ¡qué exagerada, jamía! Cómo si por el sólo hecho de ser mujer tuviera que aguantar el terrible dolor que me provocaban los tirones con la cera. Dolía sí o sí. Bueno, tengo que reconocer que han pasado los años y yo he dejado de gritar ahora sólo me muerdo el labio inferior y me agarro fuerte a la camilla.
dilluns, 12 d’abril del 2010
SAILES DE BALÓN
dijous, 1 d’abril del 2010
LA TIA MARIA
Estaba jugando a pelota con Chusa, mi amiga del alma, cuando noté un ligero malestar en la barriga. No sabía muy bien qué me pasaba pero me despedí con prisas y me fui a paso ligero a mi casa. Al llegar le dije a mi madre que no me encontraba muy bien, algo me ha sentado mal mama, me duele la barriga.
Decidí sentarme un momento en el baño para ver si realmente era un problema intestinal. Y para mi sopresa en mis braguitas se alojaba una mancha tirando a marrón. Me había cagado encima, por fin entendía lo que debía ser un pedo con cola. Mamá, creo que se me ha escapado caca, ven!
Entró a toda prisa, sin llamar a la puerta. Los ojos le brillaban y me alargaba con su mano un paquete de compresas -compresas a secas, por aquel entonces no había ni con alas, ni super, ni olor fresh ni ná de ná- miré el paquete de pañales y lo comprendí todo, era la primera visita de la tía María.
Por fin podría entrar en las conversaciones durante las horas de patio de las niñas de la clase, a mi me viene a principios de mes y me duele muchísimo! otra decía pues no hay para tanto, yo ni me entero, de hecho hay algún mes que la tía María se olvida de mi. Y una tercera respondía, yo ya uso tampones, mi madre no lo sabe, tías es lo mejor! el lunes cuando llegué, me puse en un grupito y solté pues mirad, el viernes me visitó la tía María por primera vez y pensé que me había cagado encima. Una cara de asco general se dibujó en sus rostros y se fueron sin contestarme siquiera y a partir de ese día decidí no comentar nada más sobre el asunto.
Pero claro, una tiene una madre para eso, para no dejar que nos olvidemos de ciertas cosas. Y el sábado siguiente me extrañó que se convocara una comida familiar en casa. La verdad es que persona que entraba persona que me miraba con un Aiiii cuánto le queda! Cuando empecé a entender que todas las miraditas y los cuchicheos iban dirigidos a mi, cogí a mi adorado tío Pedro y le pregunté ¿qué les pasa? Y el sólo me respondió, Ro te haces mayor y ya casi nunca ronroneas. Hay cosas que a partir de ahora quedaran atrás. Era la primera vez que sentí que mi tío no tenía todas las respuestas, o mejor dicho, todas las respuestas comprensibles para mi.
Durante la comida tuve que soportar como toda mi familia me mandaba miradas ñoñas de complicidad y yo aún no entendía que tenía de especial si la tía María nos visitaba a todas, durante muchos años una vez al mes y cuando en los postres se sacó el espumoso de las ocasiones especiales y mi padre gritó brindemos por Rodriga, nuestra niña que se ha convertido en mujer! yo ya no pude más, exploté, bueno basta ya! se ha convertido en mujer, se ha convertido en mujer y antes que era...una rana! Y una aiiiiiiiiiii al unisono se oyó por nuestro comedor, mientras yo me iba a mi cuarto deseando cerrar las puertas a la tía María para siempre. Prefería no poder entrar en según que conversaciones, quería que mi familia me dejara de mirar cómo si fuera un mono de feria y sobretodo, no me imaginaba con esos pañales llamados compresas en mi culo una vez al mes el resto de mi vida.
TU MISMA
Estábamos en casa de unos amigos suyos y sólo sé que me dijo tu misma, tu sabrás y cuando iba yo misma a actuar noté un pellizco en el brazo mientras me decía ni te se ocurra, tu no te mueves de aquí. La verdad no entendí nada. Con los años aprendí a entender los tu misma de mis padres, y cada vez que oía el tu misma lo traducía automáticamente en un no lo hagas Ro, vas a tener problemas.
Otra manera que tienen los padres de decir un tu misma es pregúntale a tu madre y cuándo ibas toda confiada a que tu madre te diera un si, está te contestaba mira, si tu padre te deja por mi no hay problema. Y yo me quedaba en el pasillo pensando, esto es un tu misma y automáticamente llegaba a la conclusión de no lo hagas Ro, vas a tener problemas.
Alguna vez había intentado jugar a su juego, mama, papa me dice que me deja ir a acampar con unos amigos el sábado, ¿tu qué dices? pero ellos siempre tenían la respuesta perfecta para dejarme igual ya hablaré yo con tu padre. ¿Cuándo mama? ¡Cuándo pueda! Pero eso significa que podré ir o no, me lo puedes decir porfaaaa. No me marees, mira... tu misma Ro.Y ya estábamos en lo de siempre YO MISMA! Pero llegaba el sábado, me levantaba temprano para ir de camping y cuándo estaba a punto de salir por la puerta se oía dónde te crees que vas, hoy tenemos que ir a ver a los abuelos que hace mucho que no vamos! Pero mama, papa me dio permiso para ir de excursión, ¿te acuerdas?. Entonces aparecía en su cara una expresión de enfado y decía tu misma, tu sabrás. Y yo me iba sabiendo que iba a tener problemas. Lo peor era llegar el domingo con ganas de explicar el fantástico fin de semana que habías pasado y encontrártela en el sofá con la misma cara de tu misma.
dijous, 18 de març del 2010
NUNCA SEGUNDAS PARTES FUERON BUENAS RO
PRITI RO
Por suerte me invitó a cenar tres meses antes para darme la noticia, aún así, al día siguiente me levanté más temprano de lo normal para ser sábado. Tenía que empezar a preparar el vestido perfecto, escribir un texto bonito para los novios y sobretodo aprender a bailar.
Lo primero era lo primero. La verdad, pensé que con el vestido lo tendría fácil, quería un vestido palabra de honor, de algún color alegre y largo hasta los pies. Con esas directrices creí que no me costaría mucho de encontrar, pero cuánto antes lo tuviera mejor. A las ocho ya tenía los ojos como platos imaginándome con mi super vestido bailando el mejor de los balses agarrada a mi tío. Después de estar hora y media soñando despierta, me vestía toda mecha y salí a la calla dispuesta a no regresar sin mi vestido.
En el centro de la ciudad donde vivo hay tiendas a patadas. Se podría considerar un gran centro comercial. Para esta ocasión me podía permitir gastarme unos ahorrillos que había reunido haciendo de canguro algunos sábados. Iría a un sitio selecto. Dónde te miman sólo de entrar. Subí a mi motillo y me dirigí a una de esas tiendas que nunca me atreví a mirar ni su escaparate. Pude aparcar encima de la acera justo enfrente. ¡Qué suerte!, pensé. Me sorprendió que para entrar tuvieras que picar un timbre. No había dado ni dos pasos que una chica estupenda vino hacia mi con una sonrisa fantástica y me dijo Los repartidores entran por la puerta de atrás. No tuvo bastante con eso, que también añadió Deja lo que hayas traído en la rebotica y vete. Eso sí, lo dijo sin dejar de sonreír y sin mirarme en ningún momento, si lo hubiera hecho, se hubiera dado cuenta que no llevaba más que mi casco en la mano. Como no me había dado tiempo no había pasado del umbral, me giré, cerré la puerta de un portazo y me fui. La casi guapa de la dependienta no me estropearía mi día de priti guoman.
Justo al lado había otra boutique de estas finas. Antes de entrar miré su escaparate. Sin duda era un buen lugar para encontrar el vestido más elegante de toda la ciudad. Mi vestido. Entré. Esta vez tuve más suerte. La dependienta me dijo -sonriendo también- ¿Le puedo ayudar en algo? No gracias sólo miraba. Empezábamos mejor. Los primeros vestidos que vi, eran más para representar una ópera gótica que para una boda. Mientras pensaba en esto, noté una sensación rara. Miré detrás de mi y a no más de dos palmos de mi espalda estaba la dependienta mirándome fijamente. Entonces fui yo que le dijo ¿Te puedo ayudar en algo? A lo que me respondió Creo que te has equivocado de tienda. ¿Sabes cuánto cuesta este vestido por ejemplo? ¿¿¿Perdona??? No esperé contestación alguna y sin salir de mi asombro la miré de arriba a abajo y pensé lo triste que era dar las cosas por hecho. Cómo era joven y no vestía “bien” quería decir que no podía tener dinero suficiente para comprarme un vestido en esa tienda. Tampoco me despedí de esta dependienta.
Creo que la que más me dolió fue la tercera. Nada más entrar, también muy amable, otra señorita casi guapa -la verdad se parecía bastante a las otras dos- me soltó Hola majo, la tienda de ropa masculina está dos calles más arriba. Si quieres llamopara avisar que vas para allí. Sólo me salió un No hace falta gracias. Salí completamente derrotada, decidí que por ese día ya me había codeado lo bastante con la alta costura así que cabizbaja me dirigí hacia mi punto inicial. Para mi sorpresa en lugar de mi moto me encontré un triangulito amarillo de la grúa. Parte de mi vestido fue a parar a la multa. Día completo.
dijous, 11 de març del 2010
GAFAS
CONSTANCIA
Así que cada mañana le acariciaba la barriga a mi madre y le decía cosas al bebé como Constancia bonita qué ganas tengo de verte! o Ya quiero jugar contigo Constancia! Y mi madre me miraba con dulzura sin darse cuenta de mi plan malévolo. Constancia era el mejor nombre que le podía escoger a mi hermanita. Después vino el momento en que me di cuenta que en nuestra casa sólo había dos habitaciones, así que seguro que la niña pasaría a ocupar una parte de mi adorado espacio. La verdad, mi cuarto no era muy grande y me autoconvencí que mi cama desaparecería y en su lugar colocarían unas odiadas literas. Seguro que al ser la mayor me tocaría arriba y me quedaría aplastada contra el techo y me caería una mala noche al suelo y no podría escaparme durante la noche para ver la tele detrás del sofá porqué despertaría a mi inquilina. Sí, cuando más lo pensaba, más me gustaba el nombre de Constancia para mi hermanita.
Y ya me imaginaba sacando a pasear a la niña por los parques Hola yo soy Ro, tengo un nombre muy guai, en cambio ella es Constancia vaya tela mis padres! Y cada vez que pensaba en la pequeña Constancia -ya me encargaría yo que se quedara así, nada de Cons o Cia- una sonrisa me surgía y ya tenía ganas de ir con mi madre y abrazarla y decirle todas las cosas bonitas y rosas que había visto en la tienda de pequeñines del final de la calle. Todas ellas para la esperada Constancia.
CONSTANCIA. Cuando más lo decía más feo me parecía y al cuarto mes de embarazo mi madre empezó a llamarle Constancia y yo me reía por dentro cada vez que alguien le preguntaba por el nombre y mamá decía Si es niña Constancia, si es niño no lo hemos pensado aún! Rodriga era nombre de niño, pero mi hermana tendría nombre de documento. ¡Qué días más felices!
La barriga iba creciendo y el nombre de Constancia ya se iba aposentando. Sólo mi adorado tío Pedro objetaba y decía que conmigo no lo había logrado pero que no podría soportar otra sobrina con un nombre de abuela del siglo XVIII. Creo que es una de las pocas veces en mi vida que he visto a mi tío contrariado de verdad. Pobrecito y él no tenía ni idea que había sido yo la instigadora. A mi padre parecía darle igual, aunque a veces pensaba que era una pena, a lo mejor se le ocurriría un nombre aún peor que Constancia, no nos olvidemos que fue él quien me puso Rodriga.
Constancia se adelantó. Mi madre se puso de parto cuándo no había cumplido las 35 semanas. Todo fue de maravilla. Todo, menos que Constancia nació niño, le pusieron Miguel y lo instalaron en el armario ropero de mis padres.
dijous, 4 de març del 2010
CUESTIÓN DE PESO
Para mis abuelos era una niña reforzada. Para mi tía Manuela, la del pueblo, estaba más robusta que un toro. A mi adorado tío Pedro le encantaba llamarme regordeta. Encarni, la vecina del tercero, siempre que podía me recordaba que era muy corpulenta para mi edad. Al jefe de mi madre le daba por apretarme las mejillas mientras me decía ¡qué niña más rolliza! La panadera, cada vez que iba a por un croissant, me deleitaba con un Ro, así nunca vas a salir de gorda! Directamente, sin piedad, venga por si no me había quedado claro.
El día que mi pediatra le dijo a mi madre que sería necesario ponerme a régimen y que en lugar de tres platos de macarrones me dieran uno, me planté. Podía soportar cada uno de los adjetivos que me adjudicaban, pero sólo de pensar en qué me racionarían mis macarrones, me ponía enferma. Y aúnque mi madre me servía un plato, me especialicé en ir a hurtadillas a comer directo de la olla macarrones hasta reventar. Fue peor el remedio que la enfermedad. Al cabo de dos meses me había engordado 7 kilos. El pediatra desistió y le dijo a mi madre que mejor que comiera todo lo que quisiera y que intentara hacer un poco de ejercicio. Batalla ganada.
Hubiera pesado sobre la consciencia de mi madre el tener una hija amargada y huraña, delgada eso sí. Total por un plato de macarrones más o menos. O sea que la reforzada, robusta, regordeta, corpulenta, rolliza y hasta gorda pudo pasar sus años de infancia comiendo tantos macarrones cómo quiso y feliz.
dimecres, 3 de març del 2010
DESORDEN TEMPORAL
dijous, 25 de febrer del 2010
BUSCANDO MI RO INTERIOR
dimecres, 24 de febrer del 2010
DELICIOSA TARTA DE CHOCOLATE
Mi tío Pedro cada vez que sacaban la tarta decía Ro ya la has visto, no? Pues venga hasta el año que viene y se la llevaba a la cocina mientras mi cara se iba transformando en la cara triste de las dos caras del teatro y una angustia me empezaba a subir por los pies hasta hacerse cómo una pelota en mi pecho y cuando las lágrimas asomaban mi tío -no tan adorado en estos momentos- reaparecía con el pastel y un fuerte abrazo acompañado por un Ro mira que eres tonta cada año igual! Y todos se reían menos yo, que agarraba la tarta y me la llevaba a mi sitio secreto. El armario de mis padres. Un gran vestidor dónde solía perderme horas y horas entre los vestidos de fiesta de mi madre y las corbatas de todos los colores de mi padre. Años después pasaría a ser la habitación de mi hermana pequeña, ya os hablaré de "ella" más adelante. Con el primer mordisco se me olvidaba el cabreo y regresaba al comedor para compartir con todos MI TARTA. Y a esperar el año siguiente.
A mi me daban dos. Yo ya dejaba que los demás saborearan un poco el delicioso manjar. Pero mis dos trozos no podían faltar. Eso era sagrado. Cómo también era sagrada mi hora y media con ellos. Me daba tanta pena que se acabara que la primera hora y cuarto sólo me dedicaba a juguetear con la tarta. Intentaba contar las galletas, olfateaba el chocolate, dejaba un trozo entero y el otro lo cortaba a trocitos como si tuviera que compartirlo con los pitufos y volvía a olfatearlo. Después en un cuarto de hora comía el trozo partido despacio, cómo si realmente lo estuviera racionando y los últimos minutos me dedicaba a deborar a mordisco limpio el trozo entero. En ese momento todos los adultos se divertían mirándome y yo la verdad no entendía muy bien que les hacía tanta gracia. Creo que hay una colección entera de fotos mías con la cara llena de chocolate y galletas en casa de mis padres.
Cuando cumplí 14 años mi madre creyó que ya era muy mayor para tener tarta de chocolate. Y ella solita decidió ir a comprar un pastel precioso de pastelería. Creo que era de limón. La verdad mi cara debía reflejar mi desilusión en el mismo instante que vi aparecer mi madre con una tarta perfecta, con sus velas perfectas y una bandeja de cartón perfecta también. Me recordé años atrás con la cara triste de las caras del teatro y me subió otra vez la angustia esa por los pies y cuándo las lágrimas me estaban asomando...frené. Y en lugar de decirle a mi madre que me parecía la persona más absurda del mundo por no hacerme MI TARTA de chocolate y decidir que ya era demasiado mayor para esconderme en un armario con mis dos trozos, callé, soplé las velas con desgana y me tragué rápidamente mi disgusto con sabor a limón. Ese día me dí cuenta que me hacía mayor. A lo mejor RO se estaba convirtiendo en RODRIGA.