dimarts, 17 de febrer del 2009

Mis rostros


Caminando por la calle me doy cuenta que no somos tan distintos. Es martes y llueve. Es martes y llueve para mí, para ti, para mis madres. Sí es martes y llueve para todos, ¿por qué la gente está empeñada en diferenciarnos? Aunque, pensándolo bien, hace tiempo que yo también clasifico a las personas. Las clasifico por rostros.

Hoy nos hemos cruzado con un rostro amable. Lleno de serenidad y sabiduría. Con las arrugas justas de una persona afable. Nos ha mirado y nos ha sonreído. Era un rostro sincero. De esos de pellizco. Sí, que les pellizcarías los mofletes a cada rato. Pero no siempre es así. Cuándo vamos al parque y yo estoy jugando en los columpios, Irene y Marta se sientan en un banco a mirarme. A veces se besan. Entonces aparecen todo tipo de rostros. El que se sonroja y mira hacia otro lado. Este me da risa. Pasa de amarillo a rojo en segundos. No se si sienten vergüenza por ver besarse a dos personas o sienten pena de ellos por no poder vivir un amor cómo el suyo. También está el rostro másquemalo que hace unos gestos de asco. Sin disimulo. Sus ojos son de desprecio y su boca…no sé. Parece un rostro restriñido. No me gusta este rostro. Otro rostro que me encanta es el de sorpresa. Los ojos muy abiertos y de la boca se les escapa una sonrisilla. Tímida.

Un día soñé con un rostro que me dio miedo. Irene y Marta estaban cenando. Un rostro lleno de odio se les acercaba. Les gritaba. Yo sólo veía los ojos pequeños y apretados. Unas cejas espesas llenas de rabia. Una boca llena de babas con unos grandes dientes. No oía que les estaba gritando. Sólo pensaba en ellas. ¿Qué les haría este rostro? Me desperté gritando. La cama estaba mojada.

Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada